La gran mayoría de los seres humanos vivimos día tras día, semana tras semana en una monotonía que nos mantiene la rutina. Tenemos que mantener la rutina para poder comer, vestir, vivir, transportar. Nuestros empleadores (incluyéndonos nosotros mismos) nos utilizan para engordar sus carteras en la sociedad que tal vez sea más esclavista que las hormigas. Las hormigas no tienen que pagar el teléfono, o echarle gasolina al carro, ellas simplemente mantienen sus conexiones bioquímicas en la colonia, comen lo que les dejan comer y siguen trajinando.
Claro, nuestras vidas son más interesantes. De vez en cuando a alguno de nosotros, programado incesantemente en las escuelas para eliminar cosas tan maravillosas como la creatividad, la imaginación, la inocencia y en sí los dones de la infancia como el valemadrismo que viene impreso de fábrica en cada uno de los cerebros humanos, si, alguno de nosotros decide volverse psicótico y cometer algún atropello o balacear a algún cristiano.
Esta locura obviamente no está presente en México como en Estados Unidos, sin embargo, con la occidentalización de la cultura, la pérdida de momentos familiares -hay familias que se dejan de ver desde las 7 hasta las 10 de la noche-, nos está obligando cada vez más a alejarse del núcleo integrador de la sociedad y pone en peligro la estabilidad de la mente del ser humano.
Agreguemos a eso los medios de comunicación, la sobresaturación en estímulos somáticos y tendremos una bomba de tiempo que en la mayoría no llega a estallar, pero que sí puede afectar a uno que otro. Y lo vemos todos los días, el asesino que de pronto quiebra a la suegra porque le habló golpeado, la tragicomedia política que vivimos todos los días en nuestro tribulado país.
Pero sin embargo, mejor es sentirse bien, hacer el trabajo de buenas y bonito y salir adelante. Si no se pierden los objetivos, hay menos probabilidades de que nuestro cerebro se vuelva una maquinita de matar, tal vez sea, después de todo, por una falta de rumbo, falta de rumbo que como país tenemos, que como sociedad negamos y como familia venceremos.
Feliz fin de semana para todos los lectores de este humilde espacio.
La libertad de expresión y la capacidad de difusión que solo el Internet puede brindar a este humilde escritor es un privilegio que nuestros padres y abuelos nunca tuvieron.
viernes, abril 01, 2005
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